sábado, 1 de febrero de 2014

Cuerpo moribundo.

El llanto, la sal en las heridas.
Quemando, ardiendo,
pudriendo las venas, secando la sangre.
La sangre volviéndose tierra,
seca, agria, espesa.
Mutilando el corazón, un paro cardíaco y suspiro temor,
me da susto, tengo terror.
Van dos y el tercero termina con la muerte,
muerte llamada vida, y el llanto y la 
sal ,vuelven a quemar.
Ahora atorando las semillas de tristezas,
apretando mi traquea de angustias,
de penas .
Me cuesta respirar,
la garganta se infecta y los bichos e insectos descansan en mi piel.
Estoy muriendo lentamente, 
pero la vida mas cercana me abre sus ojos,
puedo sentir sus pestañas clavando mi pecho,
robando mis latidos de apoco.
Me tortura la vida, ya no sé si es la muerte u el inconsciente que me quema en cenizas ardientes de mi propia carne,
de mi propia piel.
Que destroza mis órganos y me pulvorisa tan lentamente,
que siento como cada parte de mi cuerpo se intoxica hasta el punto de recordar que bebo del pecho de mi madre,
pero que la leche escasa de sus senos,
esta vez solo deja huellas de sangre en mi boca.

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